miércoles, 23 de enero de 2008

Saber cómo comportarse


Desde que llegué a Alemania, he identificado un tema como lo que en alemán se llama un Tabu, en castellano, un tabú: las normas o reglas o principios de educación.

Sí, parece que este fuera un tema pasado de moda. Claro, durante siglos -me parece a mí- que en Alemania, se exageró en este aspecto y para mí, pocos libros hay menos respetables que el famoso Knigge (el del s. 18, que aún es citado como el non plus ultra de las buenas maneras).

Creando normas -más propias de un Drill, de un entrenamiento sin sentido- que no tenían razón de ser.

Y de ahí a no respetar las normas más mínimas de educación frente a los demás, hay un paso.

Con normas mínimas, no me refiero a la etiqueta de no sé qué "casas reinantes" europeas.

No, me refiero a cosas simples, como: no hablar con la boca llena, no tomar el jugo (zumo, Spain) del tomate del plato (!), no bostezar sin taparse la boca, no "desesperezarse" (1) en público, no empezar a desvestirse en público, lavarse las manos después de ir al baño, ni hablar de la consideración frente a las mujeres, que eso, eso sí que no se conoce.

No, todo esto estaba, poco menos que prohibido o, al menos era mal mirado, enseñar a los niños. Tal vez porque todo se exageró durante décadas y no pasó de ser un comportamiento sin razón, sin corazón...

Ahora que Alemania es campeón mundial de las exportaciones, ahora recién les está preocupando a los ejecutivos y empresarios alemanes, el tema.

Y cuál no sería mi sorpresa cuando me di cuenta que ayer la Wirtschaftswoche (uno de los dos medios dedicados económico-gerenciales más importantes de Alemania, dentro de los tradicionales, el otro es el Handelsblatt), tenía (en su edición de papel) dos artículos dedicados al tema.

Pero dedicados, no en el sentido de analizar este cambio, sino que los dos largos artículos de la revista contenían "reglas" simples y fáciles para que un ejecutivo alemán las memorizara rápidamente. Un catálogo de reglas de comportamiento.

El primer artículo al que me refiero es este: Gute Manieren als Erfolgsfaktor = buenas maneras como factor de éxito. Y contiene "reglas", sólo para Alemania (con una excepción referida a la manera de dejar la servilleta en los EEUU).

El otro es Etikette macht Karriere = la etiqueta hace carrera, referido a otros países. Sí, claro, es importante conocer algunas costumbres de otros países, sobre todo cuando se quiere hacer negocios con ellos. Pero hay reglas que, les prometo que no sé qué hacen ahí, como por ej.: "en Hispanoamérica es 'tabú' emborracharse", perdón, pero es que, si no se lo dicen, ¿lo harán?

O bien, esta "regla": "si lo invitan a la playa o a la piscina, cómprese un traje de baño nuevo y no use el alemán. Claro, si una mira los traje de baños alemanes (las zungas de los hombres, for example) y, si es mujer, no practique el topless. O, si es hombre (lo mismo diría a las mujeres) no se cambie la ropa en la playa (faltó decir expressis verbis, a la vista de todos).

Parece que, a algunas personas, si no les dan un catálogo de comportamiento, con reglas prefijadas, no se sabrán comportar. Lamentable, pero cierto.

Muchas veces se critica que los extranjeros "adiestremos" a los niños, a saludar, por ejemplo (me lo ha advertido incluso una german princess). Yo diría que, de lo que se trata es de entregarles criterio, para actuar de manera de no molestar a los demás, de hacerles la vida más agradable a quienes están junto a nosotros. Y si esto, no lo aprenden de niños...

Como escuché una vez a Gaby Plettenberg (una persona admirable), "las buenas maneras son consecuencia necesaria del amor (si quieren lo cambian por respeto) por los demás".

Ser "mal educado/a" es una desconsideración frente a nuestros contemporáneos, a aquellos que conviven, comercian, negocian, conversan con nosotros.

Enseñar a los chicos "buena educación" no es entrenamiento sin sentido (siempre que las normas estas tengan sentido, claro) y los ayudará en su vida futura.

Así no tendrán que comprar la Wirtschaftswoche para saber cómo comportarse.

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(1) palabra que escuché por primera y única vez de los labios de un amigo colombiano.


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